Es un país que las dos disfrutamos mucho. Cada una lo ha vivido de una forma diferente. María paseó a su novio por los rincones más románticos de Estambul, comió kebab hasta el dolor, compró en el Gran Bazaar cosas que ya ni recuerda y jura que volverá cada vez que pueda. Mientras tanto, Carmen recorrió el país en autobuses nocturnos, contrató todo tipo de actividades, se hizo amiga de todos los perros que se le cruzaron en el camino y conoció el lado más divertido, local y aventurero que este país puede ofrecerle a dos amigas que viajaban solas.
En ambos casos, la cultura otomana se mostró amable y nos dejó muchísimas cosas por tachar en nuestra lista. Rompimos muchos clichés. Descubrimos que sin darnos cuenta viajábamos con bastantes estereotipos, los cuales, por suerte, se desvanecieron muy rápido.
Gastronómicamente hablando (nuestro lenguaje favorito), sus ofertas son súper amplias, sus sabores muy particulares y si vas a Güllüoglu Baklavalari en Estambul definitivamente te mueres al probar su cold baklava. Comer en cualquier región del país es barato y puedes encontrar perlitas como una cata de vinos en Urgup que termina en un testi kebab.
Tienes la opción de subirte a un barco por la Riviera turca o sobrevolar los valles de la Capadocia en globo. Puedes hacer un taller de cerámica en los pueblos más remotos, relajarte en un hamann, bañarte en playas de agua cristalina y comprar absolutamente todo lo que puedas imaginarte sin salir del bazaar, mientras te bebes un zumo de granada recién exprimido.
Si después de alucinar con la arquitectura de sus mezquitas, sus ruinas arqueológicas o las reliquias de sus museos todavía te queda energía, puedes marcarte un trekking bestial a través de la Capadocia.
Su oferta de alojamientos es tan variada que puedes revivir las mil y una noches o compartir hostel con mochileros de todo el mundo. Eso es lo mejor de este país, los contrastes. Pertenece a dos continentes, Europa y Asia, y creednos cuando os decimos que se nota. Cada parte tiene sus diferencias culturales y hasta precios distintos. Muchas de sus ciudades albergan verdaderos lujos que se representan en forma de restaurantes, hoteles, goletas, guías privados, hamanes exclusivos y una variedad de servicios dignos de emperadores otomanos. Cualquier presupuesto o intención de viaje encontrará aquí su sitio.
Por eso, cualquier idea que estes pensando puede encajar con este destino. Tu cuéntanos como te lo imaginas que nosotras nos encargamos del resto.
Ojalá que el fin del mundo os pille viajando.
XOXO,
Maricarmen