Porque es preciosa, porque no vas a encontrar un croissant mejor en ningún otro sitio, porque tiene cafés increíbles, y cientos y cientos de lugares para visitar en los que ha pasado algo importante. Ha sido y sigue siendo la cuna del diseño y del arte europeo y cuenta con decenas de distritos y barrios con mercados propios.
Es mágico ya que puedes ver a una señora con abrigo de bisón comprando una baguette en una panadería mientras un violinista con rastas y cincuenta tatuajes toca una canción de Stevie Wonder en la calle.
Es una ciudad muy amable para viajar con niños, no solo por visitar Disneyland París, sino por sus museos interactivos, parques, jardines, tiovivos y como no, crepes de chocolate.
París es una buena idea siempre, pero los inviernos son bastante fríos, y si viajas con niños puede hacerse un poco duro.
Para literalmente todo el mundo.
Es una ciudad muy grande pero muy bien conectada por el sistema de transporte público.
Las opciones más recomendables son el metro y el autobús aunque también es buena idea moverse en bici ya tiene muchos carriles para ello. No recomendamos moverse en coche porque dependiendo de la hora del día, el tráfico puede convertirse en un problema.
No nos gustan los desde porque un presupuesto es muy relativo. Dependiendo de tus preferencias o de las fechas en las que viajes los precios son muy distintos.
Particularmente, París es una ciudad cara. El precio medio de una comida en un restaurante normal está entorno a los 30€ por persona. Dormir en un hotel o apartamento relativamente bien comunicado con unas prestaciones básicas puede costarte unos 95€ por noche. Prácticamente todos los museos, atracciones y monumentos tienen un coste de entrada.
Sin embargo, siguiendo un poco nuestros consejos callejeros, y conociendo algunos truquitos, podemos reducir considerablemente tus gastos diarios en la ciudad. Por eso, es un destino viable para distintos bolsillos
.