Desayuno sin diamantes, pero con Mimosa

Nueva York, esa ciudad tan famosa y desconocida a la vez, protagonista de los sueños de muchos y escenario de tantas y tantas películas. Es para nosotras uno de esos destinos que sirven para todos y para todo. Escuchamos constantemente que es una ciudad cara, que está sucia, que huele mal, que hay gente rara en el metro y por eso nos preguntamos, ¿qué tendrá entonces esta ciudad para que todo el mundo quiera pisarla al menos una vez en la vida?

Aquí vale todo. Puedes desayunar con un cóctel de alta graduación alcohólica, mientras lees el Times, escuchas a Ella Fitzgerald y aprendes la diferencia entre las yemas de los huevos fritos, todo a la vez. Y es que Nueva York tiene eso, pasan muchas cosas todo el tiempo. Tú decides cuál de ellas quieres vivir, a cuál prefieres hacerle fotos, de cuál quieres mantenerte lejos y cuántas otras vas a apuntar en tu lista de cosas pendientes.

Jamás vas a sentirte solo porque hay gente en todas partes y a todas horas. Nunca van a cerrarte el metro, no vas a dejar de oler a hamburguesa, vas a ver luces hasta en los callejones más oscuros, los jardines te parecerán parques y los parques pequeñas ciudades. Ningún neoyorquino va a parecerte amable, pero sin embargo querrás parecerte a ellos. No vas a saber por qué, pero de repente van a gustarte los museos, no te va a importar comer en la calle y el frío o el calor serán simplemente una parte más del viaje. El inglés que vas a escuchar no tiene nada que ver con el que has aprendido en el colegio, el humo que sale del suelo en las calles no es tan bonito como parece y su café es más bien un agua marrón.

Aun así, esta ciudad te dará cosas que no sabías que existían y cuando estés llegando al aeropuerto, sonreirás porque ya podrás decir cuando la veas en la tele que tú has estado ahí.

Ojalá que el fin del mundo os pille viajando.

XOXO

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Maria B.
Maria B.

Disfrutona y Fundadora de TCE.